dijous, 11 d’abril del 2013

Suzuki GSX 650 F

Prueba a fondo de la Suzuki GSX 650 F. 

La nueva Suzuki GSX 650 F se diferencia de la saga Bandit por su carenado integral. Sin duda le confiere un aire más deportivo a la polivalente moto japonesa, y además mejora su funcionabilidad y capacidad rutera.

Si la Suzuki Bandit 650 S es una excelente moto para todo uso gracias a su imponente semicarenado, esta nueva Suzuki GSX 650 F es todavía mejor al procurarle mayor protección aerodinámica. Con su llegada, Suzuki tiene, con la misma base motriz y parte ciclo, tres modelos diferentes para tres tipos de usuarios.

Por un lado está la naked sencilla, efectiva y bien parecida. Por otro, la semicarenada que mejora la protección aerodinámica de aquella, pero que mantiene el propulsor a la vista para quienes quieran admirarlo. Y fi nalmente llega la carenada completa. Con una imagen moderna y deportiva por silueta y grupo óptico, recuerda más a la saga GSX-R que a las populares Bandit. Quizá por ello las siglas GSF son sustituidas por las de GSX-F, sin que esto lleve a engaño, pues su máxima premisa es la funcionalidad.

Objetivo cumplido


Buena, bonita y barata. Esta GSX 650 F lo tiene todo. Tras unos cuantos kilómetros a sus mandos por carretera, ciudad y autopista, y con variables condiciones atmosféricas, las conclusiones sobre las cualidades de la nueva moto de Hamamatsu parecen claras. Y es que conserva el sabor y buenas sensaciones que han dado prestigio a la Bandit, pero ofrece al usuario la posibilidad de realizar largos viajes sin necesidad de estar expuesto al aire y demás inclemencias meteorológicas. Además es una alternativa muy lógica como moto atractiva para todos los días. ¿Por qué no la habían fabricado antes?


La zaga es muy similar, sino igual, a la de la Bandit, aunque el asiento ha sido modifi cado para evitar que el piloto se deslizase tan fácilmente hacia delante. Un acierto por su parte. Bajo él encontramos un hueco para guardar la documentación y un antirrobo. La posición de conducción no cambia, por lo que se mantiene relajada y equilibrada. Quizá las piernas quedan demasiado flexionadas para gente alta. Al mirar al frente nos topamos con un cuadro de instrumentos muy similar al de las deportivas GSX-R, con velocímetro analógico, testigo óptico de sobrerrégimen e indicador de marcha engranada. Todo un lujazo.

La cúpula es la misma que la utilizada en la Bandit 650 S, así como unos excelentes espejos retrovisores que ofrecen un gran campo de visión. La carrocería se integra muy bien en el conjunto, mejor que en aquella.

En la práctica

El carenado obra milagros, mejorando significativamente el confort de marcha. A poco que nos recostemos sobre el depósito de combustible y giremos con rabia el puño derecho, las fuerzas de la naturaleza dejan de afectarnos por completo. Incluso puedes rodar erguido a una velocidad claramente superior a la permitida que no sufres nada. Pero esto ya ocurre así en la Bandit 650 S.

La gran diferencia radica, estética aparte, en la protección aerodinámica procurada a la altura de las piernas, que evita que se te abran por culpa del azote del viento. Éste es el factor más diferenciador entre ambos modelos. En parado la GSX 650 F se maneja bastante
bien a pesar de sus 223 kg de peso verifi cados, gracias a su escasa altura de asiento al suelo y amplio giro de manillar.

Iniciada la marcha es todavía mejor porque te acompaña la suavidad y buena respuesta de su propulsor de cuatro cilindros en línea refrigerado por agua. Es idéntico al montado en las Bandit, y destaca por su rápida respuesta desde bajo régimen y sus buenos medios. A alto régimen de giro se «muere» un poco y le cuesta especialmente llegar a la línea roja en las últimas velocidades, debido al largo desarrollo del cambio. No obstante no se le pueden pedir más a sus 87 CV verificados en nuestro banco.

También destaca por su ajustado consumo (6,1 de media a los 100 km durante la prueba), escasas vibraciones que apenas molestan (se hacen notar a partir de las 8.000 rpm y en fuertes reducciones), y buen tacto general, con un cambio suave y preciso, aunque algo ruidoso. En resumen, el propulsor congenia perfectamente con una moto diseñada para disfrutar en el día a día.

Robusta

La parte ciclo es sencilla y tradicional, pero muy efectiva. Cuenta con un robusto chasis de doble cuna en tubo de acero con refuerzos, lo que unido a su neumático delantero de perfil 70 (las Bandit de antes de 2005 lo llevan de perfil 60), le confiere una elevada estabilidad tanto en autopista como en carretera, a alta o baja velocidad.

Tanto es así, que apenas se mueve en los repentinos cambios de asfalto o las «bañeras» típicas de las vías rápidas. Estas sensaciones no chocan con una muy aceptable precisión de dirección y rapidez a la hora de entrar en las curvas. El monoamortiguador es progresivo y regulable en precarga de muelle, al igual que la horquilla delantera convencional. Absorben cualquier irregularidad del terreno, si bien es cierto que en ocasiones el primero tiene un comportamiento un poco seco. La horquilla viene con unos acertados reglajes de serie que no hay que modificar salvo que efectúes una conducción muy deportiva.

Conducción para la que, por otro lado, la GSX 650 F no es la más destacada. Los frenos cumplen por potencia y tacto dadas las características y prestaciones que desarrolla la GSX 650 F. Delante se componen de unas pinzas de cuatro pistones que muerden dos discos de 310 mm de diámetro. El disco trasero de 240 mm, mordido por una pinza Nissin de dos pistones, es el apoyo perfecto y es muy útil al circular despacio entre el tráfico.

En resumen la nueva Suzuki GSX 650 F abre las puertas a quienes busquen una moto llamativa a la vez que muy funcional. Y encima a un precio muy competitivo. Cuesta 6.799 euros, lo mismo que la Bandit S con ABS. Por cierto que este elemento de seguridad de momento no se montará en el nuevo modelo de Hamamatsu.